En su taller Verónica moldea con calor tuberías de plástico en desuso y letreros de vinilo reciclados.
Verónica Virreira resignifica el plástico de descarte y los transforma en obras de arte
“Con permiso hermano caucho voy a volverte a la vida. Con permiso hermano plástico voy a soplarte fuego y tendrás miles de formas sugerentes.” De esta forma Verónica Virreira presenta su muestra “Maleable ser”, que desde noviembre de 2020 recorre galerías y espacios de arte en Santa Cruz, su ciudad natal. La propuesta artística de Verónica se puede ver en exposición permanente en Kiosco Galería de Patio Design y en la Fundación Roca Gravato. Su obra podrá ser apreciada también, en el Radisson Hotel y en el Museo de la Ciudad Altillo Beni hasta el 7 de julio.
La artista plástica cruceña estudió Diseño Gráfico en Santa Cruz, y más tarde se especializó en marketing y negocios en España y Estados Unidos. Sin embargo, su verdadera pasión siempre fue el arte, que ahora ocupa el 100% de su tiempo y vida profesional. Empezó en 2006 pintando retratos y pronto su obra cobró notoriedad en el mundo artístico.
Su búsqueda la llevó a descubrir nuevas técnicas y fue la pintura con óxido sobre metal lo que la catapultó a la fama como “la alquimista del arte”, ya que la exploración de los ácidos le permitía jugar con los tonos del óxido para crear figuras cromáticas en superficies de metal. Pero su obra no se sintió completa hasta que llegó “Maleable ser”, y con ello su compromiso férreo con el cuidado del medio ambiente.
La pandemia de Covid-19 la encontró en Florencia, Italia, donde realizaba una maestría en arte visual y donde ya había cosechado su primer reconocimiento como Artista del Año 2020 por parte de la galería italiana ArtExpò Gallery y Art in the World.
“Me encontraba encerrada por la pandemia, frustrada y decidí hacer un pacto con el plástico. Si yo tenía la oportunidad de reinventarme, ¿por qué el plástico no va a tener la oportunidad de ser una obra de arte?”, recuerda Verónica el momento que marcaría un antes y un después en su carrera artística.
Así comenzó una nueva y reveladora etapa de la artista en la que pudo explorar un mundo que hasta el momento desconocía: el reciclaje como arte. Un abanico de posibilidades se abrió ante sus ojos y la reactivó en el mundo artístico boliviano e internacional.
Verónica utiliza tubos de cañería y letreros de vinilo reciclados como materia prima a los que luego da forma con ayuda del fuego hasta convertirlos en animales, plantas o figuras y sentimientos abstractos. También incorporó los retratos sobre el plástico, pintados exclusivamente con fuego.
En su taller ubicado en el sótano de su hogar da rienda suelta a su creatividad a punta de sopletes de diferentes tamaños. Con una mano va formando y deformando el plástico caliente que pronto adquieren formas y rostros humanos.
“Quiero que mi obra lleve un mensaje, que sea la voz verde del arte. Todos podemos reciclar y los artistas podemos asumir ese desafío”, asegura Verónica y ya anuncia que en su próxima muestra incluirá tapitas de gaseosas como materia prima.