Jherson vive en la comunidad de Miraflores, en Coroico, donde se dedica a la agricultura.

‘Los que vivimos del campo sabemos la importancia del agua y la valoramos más que nadie’

La familia de Jherson es una de las 150 que viven de la agricultura en la comunidad de Miraflores, ubicada a cinco kilómetros de Coroico, en la zona de Los Yungas de La Paz. Fundación Coca‑Cola y Fundación Natura Bolivia lideran una alianza que trabaja para mejorar su acceso al agua. Conocemos su historia.

Jherson Arequipino aprendió a cultivar la tierra desde sus ocho años. Junto a sus seis hermanos, pasaba horas ayudando a sus padres en su chaco, a escasos minutos del centro poblado de la Comunidad de Miraflores en el Municipio de Coroico. "Mi tarea era preparar los almácigos de los tomates”, recuerda.

Cultivó tan lindos y aleccionadores recuerdos, que sus lazos con el campo se hicieron inquebrantables. A sus 28 años tiene su propia familia con dos niños y sigue el oficio que sus padres le enseñaron: la agricultura. En su parcela cultiva tomates, lechugas, zanahorias y locotos, que son trasladados al mercado local de Coroico dos veces al mes.

“Me siento orgulloso de ser agricultor. Es algo que disfruto cada día y nunca se me ha pasado por la cabeza dejar el campo. Me gusta lo que hago. Es una actividad sencilla y que nos permite vivir tranquilos", asegura.

Pero el estrés hídrico por el que atraviesan las comunidades de la zona también ha afectado a la suya; y, por ende, a su producción de hortalizas. “El agua es vital para la agricultura, sin agua no hay alimentos, no hay vida”, señala, y añade: "Sin agua no podría producir mis hortalizas. El agua es indispensable para mi sustento”.

Es por ello que en la pequeña parcela de aproximadamente 2500 metros cuadrados que comparte con dos de sus hermanos, practican una siembra escalonada para no cansar a la tierra. "Cerca de nuestro terreno hay un pequeño ojo de agua al que cuidamos porque nos permite regar por goteo nuestro sembradío cuando no hay agua”, señala, a la vez que aclara que por la sequía tuvieron que reducir su producción solo para el abasto familiar. 

Es que su comunidad no tiene agua para consumo: San Jacinto abastece de agua a Miraflores desde hace ya varios años. Sin embargo, el estrés hídrico cada vez más acentuado empujó a las familias de Miraflores a buscar nuevas alternativas. La esperanza a mediano plazo es traer agua desde la Reserva de Agua y Bosques Chuñuuma, situada a nueve kilómetros de la comunidad.

“Nos van a dar agua un año o dos más, luego debemos abastecernos de nuestra propia fuente, que ya encontramos pero está lejos y vamos a trabajar duro para traer el agua hasta la comunidad”, dice.

Para hacer realidad este anhelo, Fundación Natura, en alianza con Fundación Coca‑Cola y otras organizaciones, ya ha elaborado un primer estudio de prefactibilidad que permita la puesta en marcha de un Acuerdo Recíproco por Agua (ARA), un mecanismo por el que la comunidad se comprometerá a cuidar los bosques. El siguiente paso es buscar el financiamiento público y privado para iniciar el proyecto.

Estas acciones se enmarcan en el compromiso global de la Compañía Coca‑Cola de cuidar el agua y garantizar la seguridad hídrica de las comunidades donde opera.

“Los que vivimos del campo sabemos la importancia del agua y la valoramos más que nadie. Somos conscientes que, si deforestamos, el agua se irá”, concluye Jherson.