Maestra y bodeguera: Liliana ahora enseña a reciclar de la mano de Mi Barrio Lindo

No hay día en que Liliana Ponce no extrañe dictar una clase en medio de un salón de escuela. Más de diez años entre pizarras y pupitres le sirvieron para reafirmar su pasión. Siempre lo supo: nació para ser maestra. Pero la pandemia dejó en pausa su sueño y la puso ante el desafío de reinventarse para sacar adelante a sus tres hijos.

A falta de trabajo, se impuso el ingenio. Y entonces el garaje de su casa en San Genaro, Chorrillos, se convirtió en una tienda. Estrecha y modesta, como muchas que han surgido en plena pandemia en el Perú, la bodega de Liliana empezó con unos cuantos costales de arroz y azúcar, unas pocas cajas de aceite y un exhibidor con botellas de Coca‑Cola.

Ahora, el nuevo espacio también le ha permitido impartir otra materia muy necesaria entre sus vecinos: el reciclaje. El programa “Mi Barrio Lindo”, impulsado por Coca‑Cola Perú, Recidar, Sinba y Soluciones Conjuntas, la ha convertido en una educadora ambiental. “Me parece una excelente iniciativa para que más personas cuiden el medio ambiente”, dice.

La instalación de un contenedor del programa al interior de su tienda es el punto de partida. Cada uno de los vecinos puede segregar residuos reaprovechables como botellas de PET, además de otros plásticos, latas, cartones y vidrio. Y Liliana tiene un rol fundamental: “Si por ejemplo, el cliente compra una bebida, luego de consumirla le explico que esa botella puede ser reaprovechada”.

Historia de una bodega

“Abarrotes Camilo” se llama la tienda, en honor al último hijo de Liliana, nacido poco antes del inicio de la pandemia. El bautizo ha sido una bendición porque el negocio no ha parado de crecer. “Al principio, mi esposo y yo sentíamos mucha incertidumbre por la situación. No sabíamos a qué atenernos, pero la bodega gracias a Dios ha ido creciendo poco a poco”, dice.

Como referente de su comunidad, Liliana se sumó al programa “Mi Barrio Lindo” para promover el reciclaje entre sus vecinos y clientes.

Acostumbrada a corregir exámenes y revisar cuadernos, Liliana ahora utiliza el lapicero rojo para llevar las cuentas. El mostrador, además, no es muy diferente a un pupitre. Los vecinos llegan también con dudas como sus alumnos. Y Liliana se siente capaz de ayudarlos a resolver sus problemas: a veces con una oferta, a veces con un consejo.

“Soy docente de profesión. Siempre me dediqué a eso, pero cuando nació mi bebé tuve que dejar de trabajar y ahí nomás empezó la pandemia. Nunca pensé en ser una comerciante, y si bien estoy aprendiendo, tengo experiencia en el contacto con las personas. Sé cómo hablar con ellas”, dice Liliana, con el tono sosegado de toda buena maestra.

Desde que abrió su tienda en el barrio de San Genaro en Chorrillos, Coca‑Cola Perú fue una de las primeras empresas en respaldar a Liliana.

Negocios en Mi Barrio Lindo

En total son 25 negocios, como el de Liliana, que han sido acondicionados como puntos limpios para impulsar el reciclaje en las urbanizaciones de Bello Horizonte, San Genaro, Villa Marina y Cedros de Villa en Chorrillos. Durante un año estarán disponibles. “Como dueños de negocios podemos fomentar que más vecinos se sumen a esta iniciativa que nos beneficia a todos: los comercios, las familias y el planeta”, asegura.

Esta tarea la llena de orgullo: “Me siento contenta de poder contribuir con mi comunidad brindándoles el acceso a más productos, pero también dando ejemplo de buenos hábitos”, dice. Al caer la noche, pasadas las 10:30, el cansancio es lo de menos. “Es un trabajo fuerte, pero gratificante'', asegura.

La pandemia puso a prueba a Liliana, quien gracias a su ingenio y empuje ahora tiene motivos para creer que la nota es aprobatoria: la familia está más unida que nunca y el barrio ha ganado un negocio de calidad. “Esta es solo una pausa. Pronto volveré a enseñar, pero la bodega aquí seguirá para mis hijos”, dice.

El programa Mi Barrio Lindo es una de las acciones impulsadas por Coca‑Cola Perú como parte de su compromiso Un Mundo sin Residuos, que tiene como meta recolectar y reciclar el equivalente al 100% de sus envases comercializados al año 2030.

A la maestra Liliana le tocó aprender cosas nuevas. “Este es un rubro al que nunca me había dedicado, pero poco a poco estoy aprendiendo”, cuenta. Desde que abre la tienda a las siete de la mañana, al pie del Morro Solar de Chorrillos, debe repartirse entre sus clientes y las clases virtuales de sus hijos.